Hará un año me apunté
a un curso de escritura que se llama “Técnicas narrativas para la novela”.
Digamos que no es lo que me esperaba, pero como de todo se puede aprender, he
descubierto algo que ya intuía pero que no sabía que era tan evidente. Y es
que, al parecer, la literatura fantástica no está considerada “literatura de
verdad”. Será que es de mentira…
Dentro del círculo literario existe inexplicablemente un
elitismo increíble hacia la literatura fantástica (donde incluyo la temática de
terror, ciencia ficción y romántica, por supuesto). Es algo que no se dice en
voz alta pero que se refleja en que, por ejemplo, entre la larga lista de
libros que nos han asignado a leer, ninguno pertenece a estos géneros. Es más,
mi profesora nunca se ha leído Harry Potter.
He
buscado la definición de “literatura” según la RAE. Significa: arte que emplea
como medio de expresión una lengua. Creo que esto deja abierto totalmente el
campo a cualquier tema. Así pues, ¿de dónde surge el rechazo a estas temáticas?
¿Os imagináis un mundo sin un Tolkien que hubiese escrito “El señor de los anillos”? ¿O sin un Edgar Allan Poe? ¿Sin Philiph
K. Dick? ¿Sin Daniel Steel? ¡Y cuántos autores más!
Quizás
para los entendidos, estos autores no sean narrativamente unos grandes genios
de la literatura pero lo que es innegable es que serán recordados siempre. ¿Por
qué? Porque han llegado a los lectores.
Entonces,
¿qué es más importante? Es evidente que un libro debe cumplir un mínimo nivel
narrativo, pero creo que los lectores buscamos algo más. Buscamos adquirir
experiencia o conocimientos. Es verdad que para gustos el arco iris y que no a
todo el mundo le han de gustar todos los temas, pero no marginemos por ello a
una parte de la literatura que en mi opinión, más nos enriquece.
Creo
que la fantasía, así como la ciencia ficción, el terror o la novela romántica,
nos invitan a soñar, despiertan nuestra imaginación de una manera tal que no
pueden hacer otros géneros. Durante la lectura de un libro podríamos viajar
sobre un increíble dragón plateado (“La
historia interminable” de Michael Ende), luchar en una batalla interestelar
al mando de un ejército (“El juego de
Ender” de Orson Scott Card), introducirnos en la mente de un psicópata que
desea matar a su familia (“El resplandor”
de Stephen King) o vivir una noche de amor desenfrenada con un hombre que ha
vendido su alma a una diosa (saga de los Cazadores Oscuros de Sherrilyn Kenyon).
Afortunadamente,
hay autores que defendemos la literatura fantástica. Entre ellos, Patrick
Rothfuss, autor de “El nombre del viento”
declaró como replica a un profesor de escritura que rechazaba su conferencia
como válida por ser un escritor de fantasía que: “Lo cierto es que la
fantasía existía antes que la ficción literaria y, si niegas esas raíces, te estás
podando tan al cero que sin duda acabarás marchito y muerto”.
Desde niños, nos llenan la cabeza de sueños, mundos donde
todo es posible, desde que una casa sea de chocolate y caramelo hasta que tres
señores de Oriente entran por nuestras ventanas una vez al año para traernos
regalos. Y todos disfrutamos de la “inocencia” infantil, la facilidad para
creer que todo esto puede ser real.
Sin
embargo, cuando crecemos nos imponen límites y lo que antes era posible, ahora
es un imposible. Nos dicen que dejemos de soñar, que seamos realistas y vivamos
en la tierra y no “con la mente en otra parte”.
Pero
cuando cogemos un libro de uno de estos géneros, podemos regresar a aquella
inocencia perdida, a aquella idea hermosa en la que todo cuanto uno pudiera
imaginar, podía ser real. Quizás no para nosotros, pero sí para los
protagonistas de nuestra aventura. Acompañarles hasta el final del camino,
vivir con ellos sus miedos y sus sueños. Reír, llorar, sufrir, amar. Si un
libro no cumple con esto. ¿Para qué leer?
Por
eso, a todas aquellas personas del círculo literario que menosprecian esta gran
parte de nuestra literatura, y que prefieren libros narrativamente selectos,
que se queden con esos libros, que yo seguiré soñando con casas de chocolate y
caramelo.
Hola Lourdes, concuerdo contigo en tus planteamientos. La literatura fantástica me hizo viajar muchas veces. Y en definitiva, gracias a ella, soy escritor.
ResponderEliminar¡Hola Venezzo!
EliminarMe alegra encontrar a un compañero de letras que disfrute tanto de la literatura fantástica como yo. La verdad es que he intentado escribir otros géneros y siempre termino en algo fantástico :)
Un abrazo.