lunes, 22 de febrero de 2016

¿Por qué leer literatura fantástica?

Hará un año me apunté a un curso de escritura que se llama “Técnicas narrativas para la novela”. Digamos que no es lo que me esperaba, pero como de todo se puede aprender, he descubierto algo que ya intuía pero que no sabía que era tan evidente. Y es que, al parecer, la literatura fantástica no está considerada “literatura de verdad”. Será que es de mentira…
Dentro del círculo literario existe inexplicablemente un elitismo increíble hacia la literatura fantástica (donde incluyo la temática de terror, ciencia ficción y romántica, por supuesto). Es algo que no se dice en voz alta pero que se refleja en que, por ejemplo, entre la larga lista de libros que nos han asignado a leer, ninguno pertenece a estos géneros. Es más, mi profesora nunca se ha leído Harry Potter.
He buscado la definición de “literatura” según la RAE. Significa: arte que emplea como medio de expresión una lengua. Creo que esto deja abierto totalmente el campo a cualquier tema. Así pues, ¿de dónde surge el rechazo a estas temáticas? ¿Os imagináis un mundo sin un Tolkien que hubiese escrito “El señor de los anillos”? ¿O sin un Edgar Allan Poe? ¿Sin Philiph K. Dick? ¿Sin Daniel Steel? ¡Y cuántos autores más!

Quizás para los entendidos, estos autores no sean narrativamente unos grandes genios de la literatura pero lo que es innegable es que serán recordados siempre. ¿Por qué? Porque han llegado a los lectores.
Y esto, debería llevar a preguntarnos, ¿cuál es el sentido de un libro? En mi opinión, trasmitir un mensaje, despertar la imaginación, vivir una experiencia que de otra manera no vivirías jamás. Si un libro cumple este requisito, ¿qué me importa que narrativamente sea sencillo? He leído libros narrativamente “buenos”, de obligada lectura que no solo han sido difíciles de leer, sino que además, me han dejado indiferente. Que un libro te deje indiferente es lo peor que te puede pasar.
Entonces, ¿qué es más importante? Es evidente que un libro debe cumplir un mínimo nivel narrativo, pero creo que los lectores buscamos algo más. Buscamos adquirir experiencia o conocimientos. Es verdad que para gustos el arco iris y que no a todo el mundo le han de gustar todos los temas, pero no marginemos por ello a una parte de la literatura que en mi opinión, más nos enriquece.
Creo que la fantasía, así como la ciencia ficción, el terror o la novela romántica, nos invitan a soñar, despiertan nuestra imaginación de una manera tal que no pueden hacer otros géneros. Durante la lectura de un libro podríamos viajar sobre un increíble dragón plateado (“La historia interminable” de Michael Ende), luchar en una batalla interestelar al mando de un ejército (“El juego de Ender” de Orson Scott Card), introducirnos en la mente de un psicópata que desea matar a su familia (“El resplandor” de Stephen King) o vivir una noche de amor desenfrenada con un hombre que ha vendido su alma a una diosa (saga de los Cazadores Oscuros de Sherrilyn Kenyon).
Afortunadamente, hay autores que defendemos la literatura fantástica. Entre ellos, Patrick Rothfuss, autor de “El nombre del viento” declaró como replica a un profesor de escritura que rechazaba su conferencia como válida por ser un escritor de fantasía que: “Lo cierto es que la fantasía existía antes que la ficción literaria y, si niegas esas raíces, te estás podando tan al cero que sin duda acabarás marchito y muerto”.
Desde niños, nos llenan la cabeza de sueños, mundos donde todo es posible, desde que una casa sea de chocolate y caramelo hasta que tres señores de Oriente entran por nuestras ventanas una vez al año para traernos regalos. Y todos disfrutamos de la “inocencia” infantil, la facilidad para creer que todo esto puede ser real.
 Sin embargo, cuando crecemos nos imponen límites y lo que antes era posible, ahora es un imposible. Nos dicen que dejemos de soñar, que seamos realistas y vivamos en la tierra y no “con la mente en otra parte”.
Pero cuando cogemos un libro de uno de estos géneros, podemos regresar a aquella inocencia perdida, a aquella idea hermosa en la que todo cuanto uno pudiera imaginar, podía ser real. Quizás no para nosotros, pero sí para los protagonistas de nuestra aventura. Acompañarles hasta el final del camino, vivir con ellos sus miedos y sus sueños. Reír, llorar, sufrir, amar. Si un libro no cumple con esto. ¿Para qué leer?

Por eso, a todas aquellas personas del círculo literario que menosprecian esta gran parte de nuestra literatura, y que prefieren libros narrativamente selectos, que se queden con esos libros, que yo seguiré soñando con casas de chocolate y caramelo. 

2 comentarios:

  1. Hola Lourdes, concuerdo contigo en tus planteamientos. La literatura fantástica me hizo viajar muchas veces. Y en definitiva, gracias a ella, soy escritor.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. ¡Hola Venezzo!

      Me alegra encontrar a un compañero de letras que disfrute tanto de la literatura fantástica como yo. La verdad es que he intentado escribir otros géneros y siempre termino en algo fantástico :)

      Un abrazo.

      Eliminar